El sonar de gotas sobre los cristales
es una caja de resonancia
que despierta las palabras,
como un imán se adhieren a la luz
y giran como hélices del deseo
en tierras baldías por el amor.
El aguacero desgrana su arsenal de sueños
un caudal de luna se desborda sobre el cobertizo
mientras mis manos parpadean ante las páginas
en búsqueda de músicas y sustancias intangibles.
No basta el canto de las sirenas
para que la nave ancle en aguas profundas
mi devoción está más allá
de los signos y las voces
los instantes se encadenan sin dilación
alrededor de la poesía.
Afuera llueve.